“Perdí el mejor empleo de mi vida por una foto”: el duro relato de un hombre que se quedó sin trabajo por un gesto

El 3 de junio de 2020, el estadounidense Emmanuel Cafferty, de 47 años, volvía a su casa después de una jornada más de trabajo. Su rutina consistía en pasar entre 8 y 12 horas al día inspeccionando las redes subterráneas de gas y electricidad de la ciudad de San Diego, California.

El hombre estaba al volante de la camioneta de la empresa, mientras mantenía la ventanilla abierta y el brazo izquierdo en el exterior.

Según Cafferty, juntaba dos dedos de la mano distraídamente, en un gesto que repitió varias veces durante la entrevista con BBC News Brasil. “En ese momento, un desconocido con un celular y una cuenta de Twitter puso mi vida del revés”, expresó.

El contexto en el que ocurrió el hecho había sido apenas una semana después de que George Floyd, un hombre negro desarmado, moría después de que un policía blanco lo retuviera en el suelo durante varios minutos presionándole el cuello con la rodilla en Mineápolis.

Las imágenes de la muerte de Floyd desencadenaron lo que se considera la mayor ola de protestas contra el racismo en Estados Unidos en la historia reciente. En consecuencia, el chasquido de dedos de Cafferty fue interpretado por otro conductor como un gesto específico: un símbolo usado por supremacistas blancos.

“Ese hombre comenzó a tocar la bocina y a insultarme. Gritaba: ‘¿va a seguir haciendo eso?’ y sacó el celular para fotografiarme. Pensé que tal vez le había cerrado el paso en el tráfico, por accidente. Pero estábamos los dos parados en el semáforo y yo no entendía nada”, relato.

Dos horas después del incidente, su supervisor lo llamó para decirle que había sido denunciado como racista en las redes sociales y que lo suspendía del trabajo sin sueldo. Luego, sus colegas llegaron a su casa para llevarse la camioneta y la computadora de la empresa. Cinco días después fue despedido.

“Así fue como perdí el mejor empleo de mi vida”, señaló Cafferty, quien no tiene estudios superiores y es hijo de inmigrantes mexicanos.

A pesar de que el usuario borró el mensaje original e incluso la cuenta de Twitter. Pero ya era tarde, el post se había viralizado y el empleo estaba perdido. “ Ya llamé a todos mis exempleadores en las seis semanas desde que aconteció el episodio y nadie me llama de vuelta”, concluyó el hombre.