La historia detrás de Dorothea Puente, la “dulce” abuela que tenía un hogar y mataba ancianos

En los 90 la historia de una abuela que mataba ancianos generó estupor en Estados Unidos. Se llamaba Dorothea Puente y su apariencia “dulce y adorable” desconcertaba a la policía. En su hogar de ancianos escondía un secreto impensado, ya que mataba a sus huéspedes.

La asesina era oriunda de California y perdió a sus papas cuando era chica. A los 9 años ingresó a un orfanato y sufrió todo tipo de abusos. Según cuenta Clarín, la mentira fue una de las herramientas que le permitió a Dorothea conseguir lo que se proponía.

Tuvo 4 matrimonios y dos hijas que nunca crio ya que las entregó en adopción. Luego de separarse de su ultimo esposo la mujer cuidaba personas mayores y discapacitadas con un fin macabro: apropiarse de su dinero.

A los 40 puso en marcha la denominada “casa de la muerte”, una especie de pensión de tres plantas y dieciséis habitaciones ubicada en Sacramento.

Su simpatía y dulzura conquistaba a los ancianos que ingresaban al hogar pero terminaban enterrados en su jardín. Según los vecinos, Dorothea se enojaba cuando alguien pisaba su césped.

La policía la descubrió cuando una asistente social sospechaba que algo raro sucedía en el hogar. 19 personas fueron alojadas en la casa de la mujer que se apropiaba del correo de los ancianos.

Falsificaba las firmas y les robaba el dinero del banco, pero si la descubrían los asesinaba con un coctel de drogas. Luego los enterraba en su jardín.

Dorothea

El olor desagradable de los cuerpos enterradas comenzó a preocupar a los vecinos y la mujer lo adjudicaba a un problema de cañería. Cuando la policía revisó la propiedad descubrió restos de huesos humanos en el jardín.

“Cobré cheques, sí, pero nunca maté a nadie. Solía ser una buena persona”, le dijo a una periodista. El 25 de abril de 1990 fue acusada de nueve cargos de asesinato y condenada a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.

Falleció a los 82 años en el 2011. El día que escuchó el fallo del fiscal le dijo sonriendo a sus abogados “yo no maté a nadie”.